Opinión: «Aportando a la causa de los ODS a través del voluntariado»

A mediados de este año, la Organización de Naciones Unidas presentó un informe sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS), que muestra el avance en algunas áreas críticas y tendencias favorables en ciertas materias. Así como presenta perspectivas positivas, también alerta sobre sectores que necesitan una acción colectiva urgente, siendo el voluntariado una buena forma de encauzar y hacer parte a la sociedad en el trabajo de la Agenda 2030.

Los ODS son un llamado concreto a trabajar en 169 metas agrupadas en 17 líneas de acción, antes de 2030, con la contribución de los gobiernos, la sociedad civil, la academia y el sector privado. Desde Trascender vemos como una gran oportunidad la generación de acciones colaborativas que permitan enfrentar de manera conjunta los actuales desafíos globales y avanzar hacia el desarrollo sostenible.

Es más, la Agenda 2030 reconoce explícitamente a los grupos de voluntarios como actores clave para alcanzar los ODS. Ya en 2015, el Secretario General de la ONU consideraba que “el voluntariado refuerza el compromiso cívico, protege la inclusión social, afianza la solidaridad y solidifica el sentido de apropiación de los resultados de desarrollo. Dependemos de los voluntarios. No es posible lograr los ODS sin una gran diversidad de personas comprometidas en todas las etapas, en todos los niveles y en todos los momentos”.

¿Es muy ambicioso pensar que un programa de voluntariado corporativo pueda incidir en el desarrollo sostenible? ¿Hay una relación directa entre voluntariado y ODS? 

Sin darse cuenta, muchas empresas en Chile están aportando a través de sus iniciativas de voluntariado corporativo, las cuales entregan la posibilidad a los colaboradores de participar en iniciativas sociales que son parte de sus políticas corporativas. El desafío es, entonces, alinear esos programas hacia los ODS de manera consciente y establecer indicadores que permitan comunicar de forma eficiente y medir sus resultados.

En primer lugar, la empresa debe interiorizar que todo voluntariado corporativo contribuye a tres objetivos de desarrollo sostenible de manera directa y transversal: el número 1, que busca poner fin a la pobreza en todas sus formas en todas partes; el 10, que persigue reducir la desigualdad en los países y entre ellos; y el 17, que habla de establecer alianzas para lograr los 16 objetivos anteriores.

El voluntariado es un claro ejercicio de creación de alianzas. Colaboraciones entre una empresa y sus trabajadores, con una comunidad o grupo que presenta situaciones de vulnerabilidad, con apoyo de un tercero, ya sea de gobierno o de la sociedad civil, que coordina esa relación. Sin voluntad de formar alianzas para alcanzar un objetivo de bien común, partiendo por el compromiso de los trabajadores que donan su tiempo y conocimientos, es muy difícil que el voluntariado caiga en tierra fértil.

En el caso del ODS 1, poner fin a la pobreza, si la miramos desde su perspectiva multidimensional, la relación se explica puesto que la gran mayoría de las iniciativas sociales en las que se involucran las empresas tienen relación con alguna dimensión de la pobreza, ya sea a través de programas de emprendimiento o talleres de educación y capacitación a jóvenes y familias en situación de vulnerabilidad, entre los muchos tipos de voluntariado que se pueden realizar.

Ahora, la urgencia -de acuerdo al informe de la ONU- es la pobreza extrema, que se concentra usualmente en los sectores rurales. A los que podríamos agregar, en nuestra realidad local, a las personas más invisibilizadas como son las que se encuentran en situación de calle. Hacia allá podrían apuntar los esfuerzos de las empresas al momento de diseñar sus planes de sostenibilidad, con el fin de que su aporte contribuya al ODS 1.

La misma lógica sigue el ODS 10, reducir las desigualdades, ya que en la medida que se empoderan y fortalecen las organizaciones sociales de base, como juntas de vecinos y agrupaciones comunitarias, más oportunidades se les abren. Un ejemplo claro son los talleres de formulación de proyectos y los fondos concursables, que permiten activar proyectos sociales sentidos por las organizaciones territoriales y de base, a las que usualmente están dirigidos estos recursos. En ellos no solo se les enseña, sino que también se les instala capacidades, que les permite aprovechar fondos puestos a disposición por servicios gubernamentales, empresa privada y organismos internacionales. Al final del camino, son iniciativas que permiten emparejar la cancha, reduciendo desigualdades.

Aquí la ONU también plantea que si bien es muy importante reducir la desigualdad de ingresos, también lo es avanzar en otras, como el acceso al mercado laboral. El voluntariado corporativo puede ser una herramienta clave para este objetivo, en la medida que se desarrollan habilidades laborales o de emprendimiento focalizadas en los sectores más desprotegidos.

Más allá de los tres ODS mencionados, cada programa de voluntariado podrá, desde las capacidades del ente ejecutor, aportar a otros objetivos, tales como educación y salud de calidad o trabajo decente, por ejemplo. Lo importante es que, en la medida que las iniciativas se vinculen a las metas, se ayude a medir el progreso y luego se comunique, se estará contribuyendo de manera concreta al desafío propuesto por la Agenda 2030, además de concientizar e inspirar a ciudadanos sobre el rol que ellos pueden jugar en el impacto de los ODS.

El voluntariado es una antigua forma de participación ciudadana y, sin embargo, un nuevo enfoque a través del cual las personas pueden aportar concretamente a transformar vidas y contribuir al desarrollo sostenible de la humanidad.

Por Vicente Gerlach, director ejecutivo Fundación Trascender.

Vicente Gerlach

4 de septiembre de 2019