El estallido social de octubre del 2019 y la posterior pandemia en 2020 (y que aún no culmina) puso en jaque a las organizaciones de la sociedad civil, justo en un mes clave para su financiamiento debido a la lógica anual que tienen la mayoría de los fondos de financiamiento públicos y privados. Hoy, cuando el panorama económico del país es un poco más alentador y con las cifras de covid-19 a la baja, el desafío de financiamiento no termina para aquellas organizaciones dedicadas a proteger a quienes más lo necesitan.
En marzo de 2020, Vicente Gerlach, director ejecutivo de Fundación Trascender, advertía en una entrevista al diario La Tercera que abril sería clave para muchas organizaciones que no pudieron obtener su financiamiento anual, “ya que si no reciben un respiro deberán cerrar”, indicaba.
Ahora la pregunta cae de cajón, ¿cómo están esas organizaciones a 18 meses del inicio de la pandemia? A pesar de la mejoría respecto del 2020, la sostenibilidad financiera de la Sociedad Civil sigue siendo muy frágil. “La crisis económica del año pasado caló hondo en muchas organizaciones que no lograron salir adelante, por lo que el desafío ahora es establecer mecanismos de apoyo económico y financiero para esas organizaciones que llegan donde nadie más lo hace”, señala Gerlach.
Para hacer frente a ese desafío, Red Fortalece, agrupación cuyo propósito es reforzar la gestión de organizaciones sin fines de lucro contribuyendo al desarrollo de una sociedad más justa e inclusiva, desarrolló un taller de financiamiento y fondos concursables para organizaciones sin fines de lucro, donde expusieron Vicente Gerlach y Germán Larraín, voluntario de Fundación Más.
“No existe una receta mágica en cuanto a financiamiento, ni para organizaciones sociales ni para organizaciones en general”, partió diciendo Vicente en dicho taller, donde participaron más de 120 representantes de organizaciones sociales de todo el país. Sin embargo, sí hubo consejos, y vienen a continuación.
Primero, definir qué buscamos financiar. No es lo mismo financiar costos fijos de la organización, como arriendos o remuneraciones, que programas o proyectos. Porque para financiar proyectos con las comunidades primero tenemos que existir. ¡Clave!
Segundo, diversificación de ingresos, las organizaciones sociales no deben depender de una sola fuente de financiamiento. Porque siempre pueden existir situaciones excepcionales que impidan que esto se concrete, como una pandemia.
Tercero, definir periodos de corto, mediano y largo plazo. Generalmente las organizaciones sin fines de lucro se mueven con ingresos que no son frecuentes en el tiempo, llegan 1 ó 2 veces al año y con eso tienen que subsistir, por lo tanto, se debe tener claridad en la frecuencia de ingresos y egresos de la organización.
Cuarto, transparencia. Porque la Sociedad Civil no está ajena a la crisis de confianza generalizada y transversal que está viviendo nuestra sociedad. Por eso, “las organizaciones sociales tenemos que caminar hacia ser un ejemplo en cuanto a la rendición y el orden financiero, principalmente porque nos movemos con mucha donación”, señala Vicente. “Si queremos que la gente, las empresas u otras organizaciones confíen en nuestro trabajo, una base mínima que necesitamos tener es el del orden en la rendición y la transparencia del uso de nuestros recursos”, agrega.
Quinto, planificación y estrategia. Si bien las organizaciones sociales trabajan en la urgencia de las necesidades de las comunidades, para planificar e idear una estrategia que funcione, hay que salirse un poco de esa tarea. Tener objetivos organizacionales, y eso es previo al financiamiento. Y por último, saber qué nos diferencia siempre es importante. En el caso de las organizaciones sociales no vendría mal preguntarse por qué una persona debería donarnos, comprar nuestro servicio o aportar a uno de nuestros programas.
Ahora, ¿qué fuentes de financiamiento existen para las organizaciones sociales? Fondos concursables públicos y privados, socios, donantes, venta de productos o servicios, campañas y alianzas estratégicas. Germán Larraín, durante el taller, profundizó acerca de los fondos concursables. “Si se puede, es importante que pidan ayuda a organizaciones y profesionales que tengan experiencia en participar de fondos concursables, dada la complejidad que muchas veces estos tienen”, aconseja.
¿Y donde queda el Estado? Si bien los Fondos Concursables Públicos cumplen un rol fundamental a la hora de financiar programas de intervención por parte de las organizaciones sociales, para Vicente Gerlach aún falta avanzar hacia una mirada de trabajo colaborativo entre el Estado y la Sociedad Civil, porque deja de lado la administración de las mismas. “Más que usar a las organizaciones como “brazo armado” del Estado, las organizaciones sociales deberían tener la oportunidad no sólo de financiar proyectos a través de este tipo de financiamiento, sino que además financiar su propia operación organizacional, como pago de sueldos, cuentas y gastos administrativos”, indica.
Por su parte, Fundación Trascender, a través de su red de profesionales voluntarios y voluntarias, ofrece asesoría gratuita para todas aquellas organizaciones sin fines de lucro que no han logrado obtener o que se encuentran en crisis de financiamiento, ya sea porque no están formulando proyectos correctamente o porque no han realizado su planificación estratégica, independiente de la región en la que se encuentren.